Tu embrujo.
Recuerdo cada una de esas noches. Me embarcaba hacia un destino impredecible y poco cierto, pero el muelle final eran tus besos. Me sumergía en una especie de convicción de que si yo te amaba, todo iba a estar bien, y olvidaba ese viejo precepto que el amor debe de subyugar a las dos almas por igual. Recuerdo mi primer viaje, esa madrugada caminando por ese extraño país, buscando un lugar donde establecerme y dejar pasar las horas hasta verte. Me pregunto que extraño maleficio manejó mi mente, mis debilidades, mi tonto corazón y mi alma. Rápidamente recuerdo: era y soy un ser sintiente, dotado de un espíritu bohemio, cursi y entregado al amor. Iba tras tus besos, tus tibios abrazos , tus ojitos de clorofila y tu pasión desbordada. Y te amaba con frenesí. Y te admiraba como la luna admira al sol cada mañana, cuando aparece tímido en el horizonte. Era claro que no eras para mi, por eso siempre pienso y repito que un extraño embrujo me llevo a vos. Recuerdo esos viajes con melancolía.